Después del servicio militar, el futuro Anciano Paisios, se fue al Monte Santo, ya que había decidido llevar ahí una vida monástica. En 1950, de nuevo llegó al Monte Athos. La primera noche fue recibido con hospitalidad en la celda del monasterio de san Juan el Teólogo, que se encuentra
al lado de Karea. Luego se dirigió al hermitario de San Pantaleón, en
la celda de la Introducción, donde se encontraba un virtuoso confesor el
Padre Cirilo, asceta, originario de Arginio.
A Paisios le gustaba estudiar la vida de los Santos, el Patericon (un libro con dichos y hechos de santos padres) y a Abba Isaac, del cual nunca se separaba,
y durante el sueño lo tenía bajo la almohada. Cuando él terminaba su
debida obediencia, no iba a descansar a la celda, sino que ayudaba a los
otros hermanos a terminar sus trabajos, ya que no se sentía capaz de
descansar mientras los demás hermanos hacían los "trabajos de educación"
hasta muy tarde. Trataba siempre de ayudar a los débiles y enfermos. Amaba a todos los padres, no haciendo diferencia, obedecía a todos humildemente, y se consideraba inferior a todos.
Paisios no le daba valor a su pensamiento, sino que
humildemente, renunciando totalmente a su propia voluntad preguntaba
todo a su confesor, orando a Dios para que lo ilumine al mismo, para poder enseñar según la voluntad Divina.
Siempre tenia gran amor a la verdad, o sea, pensaba siempre en todas las beneficencias
Divinas, otorgadas a él y al mundo entero. En su interior
permanentemente vivía en amor a Dios, originado en el agradecimiento por
todas Sus beneficencias, y poseía, sin esfuerzo alguno, una constante oración. Se puso como única meta en el corazón — corresponder, aunque en medida ínfima, a las beneficencias Divinas.
Paisios consideraba — a la Gracia Divina como la única causa de todo lo bueno, y de todo lo malo (por profunda humildad) se ponía como causa a si mismo.
Por ejemplo, si veía
un hermano caído en un pecado, o no arrepentido, o con falta de fe,
decía en su pensamiento: "La culpa de esto es mía, porque si yo hiciera
todo lo que ordena Cristo, Dios escucharía mis oraciones, y mi hermano no se encontraría en este estado, donde permanece
a causa de mi crueldad." Así pensaba él siempre y tomaba como propios
los problemas de los hermanos, y continuamente rezaba a Dios para que
ayudara a todo el mundo sufriente (según su opinión) a causa de su
negligencia y pereza espiritual. Y Dios, que prometió escuchar a los humildes, siempre escuchaba las oraciones de Averkio, que salían de la "chimenea" de su corazón ferviente con su piedad y humildad.
Le gustaba mucho a Paisios visitar a los bienaventurados maestros espirituales y padres, portadores del Espíritu, para recibir su bendición y escuchar consejos espirituales.
Todo lo que oía de estas "hermosas flores" de la Madre de Dios, su alma
pura e infantil recibía sin vacilación ni duda alguna. Creía en ellas
con sencillez de corazón y nunca sometía
los consejos a su propio juicio, para confirmar y luego aceptar, sino
que los recibía con plena fe, sabiendo que verificar lo espiritual, es
tratar de tomar el aire con las manos.
En la edad
juvenil visitó a muchos padres, y como una abeja recogió el néctar
espiritual para luego producir miel espiritual, que alimentaría
a muchos necesitados en sanar. En 1954 él tuvo que ir al santo convento
"Filofeo" y someterse al Starez Simeón. En el año 1956, el Padre (en
griego se le dice papa al padre) Simeón lo tonsuró con la pequeña "sjima" monacal.
Allá siguió con el
mismo modo de vivir del monasterio "Esfigmeno," o sea, ejercía el amor
al prójimo y ayudaba a los hermanos con todas sus fuerzas. Es
característico el siguiente hecho: uno de los hermanos cayó en un gran pecado y tenía vergüenza de confesarse. En consecuencia
se encerró en si mismo y, desesperado, tenia la idea del suicidio. El
Starez Paisios, que estaba al tanto, hizo lo siguiente: una vez, estando
a solas, comenzó a contarle que él tenía diversos
pecados y entre estos nombró el pecado del hermano caído. Por
desgracia, este hermano no tenia pensamientos buenos, y al escuchar
esto, no supo ayudarse a si mismo y dirigir su alma a la confesión, —
comenzó a correr la voz entre los monasterios sobre Paisios, que él no
merecía respeto y amor y tenia muchos pecados, y contaba palabra por palabra lo que le había dicho el Starez. Naturalmente, el Starez no se justificó por ello. Pero, los padres comprendieron en esto un acto de plenitud de amor y ellos mismos lo justificaron y lo elogiaron..
Diariamente él se preocupaba por purificar su alma. No pedía nada a Dios, ya que entendía bien, que el Señor, a través del santo bautismo ya le había otorgado la gracia del Espíritu Divino, que lo representa todo. Por
eso no tenia envidia de los dones de otros padres, sabiendo que desde
el santo bautismo los tenía en su alma. No se ponía orgulloso por el
hecho de estar seguro, que los tenía, y reconocía ¡que eran los dones de
la gracia Divina! Se preocupaba solamente como
por medio del amor y la humildad hacer activa en si mismo esta gracia
del Espíritu Santo, y por ello trataba de purificar su alma.
Así purificaba su
alma, en primer término, de todo vestigio de pensamiento malicioso y
trataba de tener solo buenos pensamientos. . Cualquiera podía notar con
agrado, cómo, sin esfuerzo y por la Gracia, que "no piensa lo malo" — fluían de su alma (hasta en circunstancias adversas) pensamientos benignos, y con esto cubría los errores y pecados de otros, tal como se ve en el siguiente ejemplo:
La Providencia Divina hizo, que el Starez conociera a las hermanas del sagrado isijastirio de s. Juan el Teólogo en Suroti (Suroti — un lugar pintoresco a unos 20 km. de Saloniki, Macedonia). En este periodo (de la enfermedad del Starez en 1966) el sacerdote del templo de santa Sofía en Saloniki, p. Policarpo Madzaroglu, supo de la enfermedad del Starez.
Al Starez lo internaron en el hospital para operarlo, y el p. Policarpo pidió a las hermanas espirituales, que se encontraban bajo su dirección y se preparaban para ser monjas, para ayudar al Starez en todo lo que necesite durante
su permanencia en el hospital. Hacía falta donar mucha sangre, y las
hermanas dieron la cantidad necesaria, porque los parientes del Starez no estaban cerca ( por su voluntad).
Al convento "Stavronikita" el Starez llegó en el 1968. Allí ayudó mucho, tanto en su renovación, como en la fundación espiritual de la hermandad.
En la celda de la Santa Cruz, no lejana de "Stavronikita," era confesor el padre-Tikhon (nacido en Rusia en el año 1884). Tenía muchos dones espirituales y cumplía grandes hazañas monásticas. El padre Paisios venia a menudo para pedirle consejos al p. Tikhon, y ayudaba en la Divina Liturgia como salmista. Muchas veces el servicio se interrumpía porque el p. Tikhon entraba en trance de contemplación espiritual, que podía durar hasta media hora. Veía como él confesaba (pedía, solicitaba, reconocía) a Querubines y Serafines, que glorificaban a Dios. En este tiempo el p. Tikhon tonsuró al Starez en la gran sjima angelical. 10 días antes de morir, el p. Tikhon pidió al Starez,
que viniera a ayudarlo en sus últimas horas. El Starez atendió al
moribundo con gran auto sacrificio, ofreciendo toda la ayuda que
necesitaba. El p. Tikhon decía: "Tu Paisios y yo tenemos el precioso amor. Mi dulce Paisios, hijo mío, vamos a tener el amor por los siglos de los siglos."
El Starez se cansaba mucho. Continuas visitas de peregrinos, la carga de congojas y problemas de mucha gente, que él hacia suyas, el pesado cansancio por preocuparse por ellos, lo agotaban. Además él dejaba muy poco tiempo para su descanso nocturno, ya que oraba también de noche.
El Starez aprendió a hacer unas pequeñas imágenes metálicas, que el mismo cortaba. Estos iconos (Crucifijos, la Virgen, san Arsenio de Capadocia) las distribuía como "bendición" entre los peregrinos. Este trabajo le agregaba mas cansancio, sobre todo durante la preparación,
cuando hacia falta hacer fuerte presión Con eso, el paulatinamente se
enfermó seriamente de una hernia inguinal. También en esta dolencia
el Starez demostraba una gran paciencia. Se negaba a operarse, tratando
sin resultado, de tapar él mismo la brecha de la pared abdominal. Le
dolía estar sentado y mas todavía el estar parado. Recuerdo, que en este estado de salud, él, durante sus visitas al isijastrio de san Juan, estaba obligado a estar parado durante
muchas horas, mientras daba bendiciones a la gente. Se ponía pálido y
sudaba de dolor, pero nunca se sentaba mientras pasaba la fila casi
infinita de fieles.
Cuando yo estaba en el monasterio, cumpliendo labores de paramédico,
una vez le dije al Starez: Geronta (así los fieles griegos se dirigian
al Starez), le traje vitaminas y hierro, que le van a ayudar a levantar un poco el nivel de la hemoglobina.
Pero él contestó: Creo, que el hierro es inútil para mi. El p. Teoclito que está construyendo un monasterio, está juntando todo el hierro; déjaselo para él. Prefiero el acero para mí! — y trajo un vaso de agua, puso una tableta efervescente de vitaminas y sonriendo
me dijo: — todo se pasará cuando esté debajo de la tierra! — acercando
el vaso a mi a la manera de brindis, agregó: ¡vamos, padre, por un buen reposo!
Viéndolo en tal estado,
me arrodillé delante de él y le rogué ir a Salónica para que los
médicos le hicieran los estudios necesarios El. Starez me levantó y
dijo:
Escúchame, padre mío, este estado ayuda mucho a la vida espiritual, por eso no es conveniente evitarlo Estas son las causas por las cuales yo no quiero salir para hacer los análisis:
- Cristo ve mi estado, y como El es el mejor médico, debemos confiar en El absolutamente. Si esto fuera para nuestro bien, El actuaría y nos sanaría.
- Como pienso que en el intestino se formó un tumor, mejor seria no tocarlo para no empeorar más el estado.
- Ahora todo el mundo sufre de tres cosas: cáncer, enfermedades síquicas y divorcios. Cada semana recibo muchas cartas donde me escriben sobre estos problemas. Desórdenes síquicos serios no tengo, — decía él sonriendo, — tampoco tengo algo que ver con divorcios y distribución de bienes, entonces... por lo menos tengo cáncer, para que el mundo se consuele. Esta mal, cuando todo el mundo sufre, y hay alguien, que no tiene nada. En cambio ahora, gracias a Dios, todo esta bien;
- ¡Dios se conmueve!, cuando alguien tiene cáncer o grandes problemas, y a pesar de ello no se preocupa por si mismo, sino que ruega a Dios por los otros. Así, en todo caso, el hombre tiene la oportunidad de decir a Cristo: "He aquí, yo no me intereso por mi mismo y no pido nada, pero Te ruego ayudes a los otros." Y Dios ayuda. Por eso, padre mío, no te preocupes mucho por mi.
En este mismo periodo de la Gran Cuaresma del 1993, teniendo frecuentes hemorragias, su hemoglobina estaba muy baja y se desmayaba con frecuencia... A menudo perdía el conocimiento en cualquier lugar donde estuviera parado. Pero no se desanimaba. A la enfermedad le contraponía mucha paciencia, resistencia y valentía. En la mitad del mes de abril lo operaron para reconstruir el recto. Después de unos días la tomografía demostró que las metástasis se extendieron al hígado y a los pulmones.
El 11 de julio, el día de santa Eufimia, el Starez comulgó por última vez, de rodillas al lado de la cama. Las últimas 24 horas estuvo muy tranquilo, aunque sufría mucho, pero con resignación aguantaba todo. El martes, 12 de julio entregó su alma beata, humildemente, con tranquilidad al Señor, a Quien amaba y servia desde su juventud.
El Starez fue sepultado en el monasterio de San Juan El Teólogo en Suroti de Solun. Algunos se preguntaron porque el Starez se quedó a morir allí, y no fue sepultado en el Monte Santo.
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