martes, 21 de enero de 2014

Calendario Juliano...


La cuestión del Calendario Eclesial y la propuesta de Celebración común de la Pascua entre Ortodoxos y Católicos Romanos

por Arcipreste Anthony B. Gavalas

La cuestión del cambio del calendario eclesial no es de interés general. Incluso entre los interesados en los asuntos religiosos, sólo unos cuantos están familiarizados con las razones por las que la Iglesia del estado (u oficial) de Grecia cambió el calendario y aceptó el del Papa Gregorio XIII , bajo la denominación engañosa de “Calendario Juliano Corregido”.

Entre los que tienen la más vaga idea acerca de esta cuestión, si se les pregunta por qué el cambio se promovió, ellos responderán que el calendario Juliano es impreciso y pierde días y que de no haber puesto en práctica este cambio en poco tiempo estaríamos celebrando la fiesta de la Natividad de acuerdo a la carne de nuestro Salvador en el verano. (Parece que estas personas han sido influenciados por las tarjetas de Navidad, en las que la nieve se presenta como un elemento indispensable para la celebración de la Natividad, olvidando que nuestros hermanos ortodoxos en Australia y Argentina observan la fiesta en medio del calor de diciembre, sin que esto estropee la celebración.)

Otros pocos, más sabios, cuando surge una discusión sobre el cambio del calendario, contestan con nociones oscuras sobre teorías astrológicas. Pero no persista en sus preguntas, pues usted descubrirá que estos mismos astrónomos obstinados (que fingen conocimiento) ni siquiera conocen los nombres de los planetas de nuestro sistema solar.

Otros, a su vez, creen que el cambio de calendario es algo que ocurrió en el pasado, una vieja disputa que ya no es de interés, excepto para los testarudos vetero-calendaristas; y que esta cuestión es irrelevante para la vida canónica de la Iglesia.

Todas estas personas están engañados en gran medida. La cuestión del calendario no se ha resuelto aún. Ni siquiera aquellos que lo implementaron en 1924, y provocaron tal confusión , ni siquiera ellos, han logrado su objetivo final de iplementar dicha reforma.

En primer lugar, a fin de comprender la importancia de este tema, debemos recordar que el llamado Viejo Calendario (en realidad, calendario de la IGLESIA o eclesial) y el Pascalion, o la fórmula para calcular la fecha de Pascua, fueron establecidos por una decisión y decreto de el primer Concilio Ecuménico de 325. Presentes en este Sínodo algunos como San Constantino el Grande, San Nicolás de Myra, San Spiridión, San Atanasio, trescientos dieciocho de los Santos Padres en total. Eran conscientes, incluso entonces, que había deficiencias en el Calendario Juliano, pero consideraron que la armonía entre los Ortodoxos como una totalidad, la expresión de su unidad en el calendario festivo (las fiestas inamovibles ) y el Pascalion y evitar la concelebración con los heterodoxos, más importante que la exactitud astronómica.

Esta unidad se rompió después de 1300 años, por el herético Papa Gregorio y su propio calendario, el calendario gregoriano, cuyo uso trató de imponer a la Iglesia Ortodoxa también. Sin embargo , los patriarcas ortodoxos de ese momento reaccionaron contra esta innovación en los Concilios Panortodoxos convocados en 1583, 1587 y 1593. Estos Consejos encontraron insuficiente simplemente condenar el calendario papal , sino que también impusieron anatemas sobre cualquiera que lo aceptase. Estas declaraciones no han sido rescindidas y siguen estando en vigor. El Calendario papista y el Pascalion Papal, incluyendo todos aquellos que los aceptan, permanecerán bajo el anatema de estos Santos Concilios, así como bajo el anatema del Séptimo Concilio Ecuménico, que condenó cualquiera que viole la Santa Tradición, ya sea en forma escrita o no escrita.

Toda persona debe ser consciente de las verdaderas razones para el cambio del Calendario Eclesial en 1924. Se basaba no en el temor a una fiesta de la Natividad en verano ni de recelos astrológicos, no, la razón de este cambio, lo que ha ocasionado tal desgracia y la división entre los pueblos ortodoxos, lo que provocó un cisma entre tradicionalistas y modernistas ortodoxos, se encuentra en la historia de la mayor traición al pueblo ortodoxo en el siglo XX: en la traición del ecumenismo. Aprendamos de esto en los mismos escritos de estos traidores: en la tristemente célebre encíclica de 1920, que fue emitida por el Patriarcado Ecumenico “Para las Iglesias de Cristo en todas partes”. Esta encíclica es digna de mención, ya que por primera vez los distintos tipos de herejías y sus vástagos son mencionados como “Iglesias de Cristo”. ¿Y por quién? ¡Por los Jerarcas de nuestro venerable Patriarcado Ecuménico!

Esta encíclica sienta las bases para la unión de todas las iglesias, independientemente de lo que cada una profese, y es la carta de fundación de la traición que es el ecumenismo. Esta Encíclica enumera las medidas que se deben tomar para lograr la tan deseada (por ellos) unión de las iglesias; y ¿cuál es la primer medida a la que la Encíclica hace referencia? Contemplad:

La adopción de un calendario uniforme para la celebración de las grandes fiestas por todas las iglesias, al mismo tiempo (John Karmiris, Dogmática y Monumentos Credales [en griego], vol. II , pp 958-959) . ¿Leyó lo anterior con cuidado? Léalo de nuevo. No hay ninguna referencia a una pérdida de días. Nada acerca de una Natividad veraniega. Nada sobre defectos astronómicos o cronológicas. Todo el asunto del cambio de calendario era, y es, la pérfida traición de la Ortodoxia ante las fauces de la bestia del ecumenismo. Todas las otras excusas puestas son para los ingenuos, que son incapaces de captar el esplendor del movimiento ecuménico de inspiración masónica. Este paso, es decir, el cambio de calendario, se retrasó hasta el momento adecuado para su aplicación. ¿Cuándo? En 1924 . En medio de la confusión y el alboroto de la devastación generalizada de Asia Menor, en el curso caótico de los intercambios de población , y durante la dictadura de Plastiras-Gonatas. En verdad, estos lobos-pastores, los mercenarios del ecumenismo, dieron vida al viejo proverbio griego, el lobo se regocija en el tumulto.

Pero su plan sigue siendo un logro a medias. Su carta dicta que todas las grandes fiestas se deben celebrar por todos los cristianos simultáneamente. Tuvieron éxito sólo en la imposición del calendario festivo del Papa. Y siendo su deseo implementar el Pascalion Papal, no se logró, excepto en Rumania, durante dos años, los que fueron marcados por la sangre de los ortodoxos que protestaron en contra de esta innovación. Fue adoptado por la Iglesia de Finlandia por razones pastorales, pero la mayoría de los modernistas se ve obligado a seguir el Calendario de la Iglesia para el ciclo completo del Triodion (Gran Cuaresma) y el Pentecostarion. En otras palabras, ¡siguen dos calendarios!
Es por esto que hemos plasmado al comienzo de este artículo que la cuestión del Calendario no se ha resuelto. Aún queda la espina en el costado de los ejecutores de las disposiciones de la Encíclica Patriarcal de 1920 para concluir su obra: la imposición de un nuevo Pascalion.

Desde hace años ya, ellos han estado debatiendo la forma de realizar este objetivo tan deseado. Son conscientes de las consecuencias del cambio en el calendario festivo y no quieren crear, en adición a los Vetero-Calendaristas , Vetero-Pascalistas. No es que tengan piedad del rebaño, simplemente que no desean lucir políticamente ineptos ante sus maestros masónicos.

Y así es que de vez en cuando escuchamos o leemos acerca de la necesidad de reformar el Pascalion, sobre todo cuando la Pascua Ortodoxa es muy tarde en comparación con la Pascua occidental. La cuestión ha sido objeto de un debate serio en las agendas de las reuniones preconciliares celebradas en preparación para la convocatoria de un llamado Octavo Concilio Ecuménico.

Y un número de soluciones se han sugerido. De hecho, algunos han sugerido la adopción del correcto Pascalión occidental, cuya mayor deficiencia es que no toma en consideración la fecha de la Pascua judía. Otros, más astutos, explotando la debilidad de los muchos ortodoxos que lamentablemente han perdido su Paschalión y viven el año sin tener en cuenta el ritmo natural del ciclo eclesiástico, han propuesto otra solución: Una fecha en domingo permanente y fija, ya sea en abril o mayo, que también sería más que aceptable para los heterodoxos.

Esta solución, por muchas razones, será de interés para los cristianos de mente mundana, pero es igualmente una violación de la Tradición Ortodoxa y los dictados del Primer Concilio Ecuménico.

Hermanos, piadosos neo-calendaristas conservadores, yo les pregunto: ¿qué harán en vista de esta nueva traición que se avecina?


Publicado originalmente en Homogeneia [en griego], junio de 1996 . Traducido del griego por el arzobispo Chrysostomos y Padre Anthony. Tomado de http://gnisios.narod.ru/abgcalendar.html en diciembre de 2013.

No hay comentarios: